Ruta nº39 – Sobrepuerto

ORÓS BAJO – OLIVÁN – SUSÍN – CASBAS DE JACA – LARREDE 

Otra excursión más de la familia de Peque Guara, en esta ocasión somos cincuenta y cinco entre niños y adultos los que nos dirigimos el domingo en los autobuses para nuestra excursión para conocer algunas de las  iglesias del Serrablo (construidas entre los siglos X y XI).

Son las 10 de una fría mañana cuando llegamos al punto de inicio en Orós Bajo, nos preparamos rápido y dejamos el almuerzo para más adelante, cuando nos caliente el sol. Tras visitar la iglesia de esta localidad, dedicada a Santa Eulalia, nos ponemos en marcha en dirección a Oliván por una bonita senda a media ladera -balizada con las marcas del GR-16-, a donde llegaremos en poco más de media hora, ya aquí el sol comienza a calentarnos, podemos quitarnos la ropa de abrigo y aprovechamos para almorzar junto a otra bella muestra del románico serrablés, la iglesia de San Martín.

Atravesamos el pueblo y tomamos la pista que se dirige a Susín y Ainielle, continuando por ella hasta encontrar la senda señalizada que ahora subiendo un poco nos llevará por el bosque otoñal hasta Susín, apenas nos ha costado esfuerzo y la recompensa se abre a nuestros ojos, un lugar espectacular, ahora deshabitado y que el alboroto de nuestro grupo inunda, recorremos sus calles, contemplamos el paisaje que el lugar nos ofrece, admiramos la impresionante iglesia de Santa Eulalia y nos entretenemos haciendo fotos y disfrutando del entorno. Será aquí, donde nos haremos la foto de familia con un telón de fondo inmejorable. Tras ello, nos ponemos en marcha de nuevo.

En este lugar tomamos ahora el camino que en un cuarto de hora, por una senda entre muros de piedra que el paso de los años intenta derribar, rodeados de vegetación y árboles cubiertos de musgo,  con el sonido de fondo de las esquilas del ganado que todavía pastan por el monte, llegamos a Casbas de Jaca, lugar deshabitado y abandonado, apenas las ruinas de unas pocas casas engullidas por la vegetación y donde la torre de la iglesia lucha con el tiempo por mantenerse en pie.

Es la una y aunque algunos pequeños dicen tener hambre (son insaciables, ¡si no hace mucho que hemos almorzado!) ya hemos recorrido más de la mitad de la excursión, apenas quedan cuatro kilómetros hasta el final y a partir de aquí el camino es descendente, así que preferimos andar un poco más, ya que en menos de una hora llegaríamos a Lárrede.

De nuevo, una señal nos indica la dirección a tomar, un fácil camino entre un bonito bosque, donde ahora los pinos son la especie predominante y que nos lleva rápidamente en busca de la ladera soleada, vamos tranquilos y relajados disfrutando del paisaje y no tardamos en contemplar orgullosa la Torre del Moro, atalaya defensiva del siglo XV, a cuyos pies vemos Lárrede, punto final de nuestra excursión, al que llegaremos en apenas diez minutos desde aquí.

Ya aquí, junto a la iglesia de San Pedro, otro impresionante ejemplo del románico serrablés, será donde buscando el sol nos disponemos a comer, en esta ocasión más relajados que en otras ocasiones, ya que en este lugar los autobuses nos recogerán. Los niños que después de comer se han desperdigado para jugar por el entorno no hace falta llamarlos, se amontonan en fila cuando ven las chuches que recompensan su esfuerzo al final de cada excursión.

Subimos a los autobuses ya de vuelta a Huesca, pero todavía haremos una parada a un par de kilómetros para contemplar la inacabada iglesia de San Juan de Busa; esta sí que podemos acceder a su interior y nuestro compañero Raúl nos dará unas explicaciones de la misma que agradecemos.

Ahora ya, cuando de nuevo subimos a los autobuses es para dirigirnos a Huesca, satisfechos por el día, el tiempo inmejorable para las fechas en que estamos, el camino fácil, poco más de nueve kilómetros, el paisaje, como siempre precioso, los pueblos que hemos recorrido, el rico patrimonio arquitectónico que hemos podido disfrutar, todo son bonitos recuerdos de este día que nos llevamos en nuestra memoria y nuestras cámaras.

Javier Lázaro