LOS ESCARPES DE PIRACÉS
Otro domingo más, fieles a nuestra cita mensual, nos reunimos para ir de excursión, esta vez el autobús nos acerca a Piracés, en las estribaciones de los Monegros, en un paisaje desértico, en esta ocasión tapizado del verde de los cultivos ya nacidos, un paisaje diferente al que estamos acostumbrados de la cercana Sierra de Guara que vemos desde aquí y del Pirineo, cuyas cumbres nevadas también contemplamos en esta ocasión.
Somos cincuenta y cinco entre niños y adultos los que una vez que bajamos del autobús nos dirigimos a la Ermita de la Virgen de la Corona en las cercanías de Piracés, donde almorzamos para coger fuerzas para la ruta de este día. Ya en marcha, nos acercamos a las esculturas Árboles como arqueología, de la Colección Arte y Naturaleza del CDAN, los dos olivos y las grandes moles de granito invitan a escalar a los pequeños; desde allí a nuestros pies contemplamos la estepa monegrina identificando el itinerario que vamos a realizar este domingo. Cuando nos ponemos en marcha nos dirigimos al oeste bordeando unos campos de cultivo para iniciar la bajada por el acantilado de arenisca descompuesto y erosionado con caprichosas formas.
Una vez en el llano, pasamos junto a una granja y tomamos una pista que al confluir en otra nos señala la dirección a tomar para llegar a la Cueva Fecundante, excavada en una gran mole de piedra que sobresale en la zona. La fecundidad de la madre tierra y el poder fertilizante atribuido a la piedra están en el origen de los rituales asociados a estas emergentes formaciones rocosas tan abundantes en nuestra provincia. Allí nos adentramos todos gateando por el pasillo, para en un nivel superior acceder a una pequeña cúpula, en la que sólo los niños pueden permanecer sin agacharse. Tenemos que entrar en pequeños grupos y a todos les ha gustado, incluso los pequeños quieren volver a entrar.
Como siempre, los pequeños encabezan la marcha, hablando entre ellos, jugando, ajenos a sus padres que los contemplan y que ven cómo se relacionan con sus amigos. Ahora nos dirigimos a la fuente-aljibe, conocido como el Pozo, que es en realidad una fuente de origen musulmán (siglo X) excavada en la roca para acceder a un manantial situado al fondo, donde hay dos pequeñas cuevas divergentes cuyas embocaduras y parte de sus túneles también están excavados y que según los vecinos del lugar no recuerdan secarse ni en las peores sequías. Es aquí donde abrimos las mochilas y nos disponemos a comer al sol que hoy nos calienta y que nos hace olvidar que estamos en febrero. Los pequeños pronto terminan y empiezan a jugar e investigar los alrededores.
Tras el descanso y la comida nos acercamos al final de nuestra excursión y nos dirigimos ya a Piracés, para ascender por sus calles, no sin antes hacer una obligada parada en los columpios y juegos que encontramos en el pueblo, hasta llegar a la espectacular Peña del Mediodía, que asemeja a la proa desafiante de un barco, una enorme roca rectangular que fue castillo o atalaya defensiva en época musulmana y en la que todavía podemos imaginar un poco cómo era esa fortaleza a mitad del siglo IX y desde donde contemplamos de nuevo todos los sitios por los que hoy hemos estado.
Cuando bajamos de nuevo por las calles del pueblo, nos dirigimos ya al lugar dónde nos espera el autobús, un amplio mirador desde donde distinguimos también al abuelo Roque, una característica mole de piedra erosionada que evoca la figura de un anciano con su boina. Poco tiempo nos cuesta llegar de nuevo a Huesca y nos despedimos hasta la próxima excursión, que tras contar el recorrido previsto, a todos apetece ir.
La distancia que hemos recorrido hoy ha sido de ocho kilómetros y medio, aunque a buen seguro los pequeños han hecho más, pues no han parado en todo el día. El tiempo ha sido magnífico, el cielo despejado, ha brillado el sol, hasta pasamos calor en ocasiones, apenas ha corrido un poco de aire en algún momento, pero que incluso hemos agradecido. Bonitos recuerdos nos deja esta excursión en nuestras retinas y por supuesto en nuestras cámaras.
J.L.