En esta ocasión, desde Huesca nos desplazamos hasta la estación de esquí de Astún. Una vez allí observamos que han bajado bastante los espesores de nieve y por lo tanto dejamos las raquetas en el autobús con intención de subir todo el camino con crampones y piolet. Comenzamos camino desde la misma estación, al principio por un barranco que baja hasta la misma pista de Esquí, donde terminan los edificios.
Por la mañana con algún grado bajo cero que otro tenemos hielo nada más comenzar, con lo cual nos colocamos los crampones ya al principio. Poco después ya equipados, con los crampones, comenzaríamos el ascenso hacia el barranco que baja del ibón de escalar.
Una vez llegados al Barranco de Escalar hay dos caminos, uno a la izquierda y otro a la derecha del barranco. Como está bastante helado, decidimos internarnos en ligero ascenso por el mismo barranco, por el que, aunque corre agua por debajo de nosotros, estamos bastante seguros sobre el hielo y la nieve. El ascenso por el barranco resulta ser bastante más bonito que las dos sendas que hay a los dos laterales y, una vez superados varios resaltes del mismo, nos plantamos en el Ibón de Escalar.
Una vez ahí, y con la intención de no sobrecargar con nuestro peso la nieve y el hielo que lo cubre, hacemos grupos de 5 personas con cierta separación, pues vamos 23 y el peso es considerable para ir juntos, -no está el día para pegarnos un chapuzón. Así pues cruzamos el Ibón de Escalar de extremo a extremo justo por en medio de él. Una vez al otro lado del ibón enfilamos una canal de nieve que baja justo desde el collado de los Monjes.
Ya en el collado nos deleitamos con la figura colosal del pico Midi D’Osseau, de una envergadura y belleza tal que puede verse desde casi todos los puntos del Pirineo. Una vez allí realizamos unas fotos y comemos algo.
Poco después nos ponemos en marcha con el fin de subir la arista que nos dejará en el pico que está justo enfrente de los Monjes. Ahí es donde recogemos los bastones y empieza la parte más técnica de esta aventura, así que sacamos el piolet y nos disponemos a subir la parte final hacia el pico de los Monjes 2345 m, porque a eso venimos a la montaña los montañeros a intentar escalar las cumbres, siempre que la montaña nos dé su permiso.
Poco después de nuestra estancia en la cumbre del pico de los Monjes, nos ponemos en marcha otra vez con intención de volver por el camino ascendido con nuestro espíritu libre lleno de satisfacciones, en mi caso con el pensamiento puesto en mis padres, a quienes les gustaba tanto escuchar las aventuras vividas en las montañas, y que inculcaron en mí, a muy temprana edad, un amor especial por los Pirineos.
Sergio Vivas