El Pico del Alba, un clásico de esquí de montaña en verano
Lola Mas
Ruta circular descendiendo por los lagos de Alba
Salimos al alba, a las cinco y media de la mañana de Huesca, camino del Pico del Alba, un tresmil clásico en las rutas sobre nieve con esquís, que se convierte en verano en una ruta pedregosa con arduos pedrizales en los accesos a la cumbre y que mantiene la belleza aérea de sus crestas.
Diríase que el Alba es uno de esos picos satélites del Aneto y las Maladetas en el gran macizo, pero con las aéreas crestas que le preceden, y las agujas, dientes y muelas que le acompañan goza de entidad propia entre la cohorte de tresmiles del macizo.
Al poco de partir en el Hospital de Benasque nos adentramos en el bosque que es el refugio del urogallo, campo a través buscando el acceso al tubo superior de Paderna que será la clave para la ruta de ascenso. En medio del bosque lo que parecen pocos pasos se deben convertir en algo más lo que nos hace rectificar a media ladera bajo la Tuca Blanca de Paderna, para encontrarnos por fin en la cuenca del vallon de Paderna por la que se accede al pico de Alba, que empieza a asomar aún alejado. Nos reunimos para secar el sudor, ya que el verano se nota mucho en torno a los dos mil metros que nos encontramos retomando la ruta que no por muchas veces recorrida especialmente con esquís deja de tener que orientarse correctamente cuando nos dirigimos a pie, como en esta ocasión en que nos hemos reunido un numeroso grupo de veintisiete montañeros de Peña Guara.
Después de avanzar por el valle y empezar a dejar el Pico de Paderna por debajo, donde asoman por su cresta los chavales del curso de Montañismo del club que se encuentran en la zona aprendiendo a recorrer montañas con sus monitores, llenos de entusiasmo, con los que comunicamos por radio, se abre la cuenca superior y el destino está claro, aparecen las murallas que preceden a la zona superior del Alba que parece que quieren impedir el acceso a la cumbre, a la que nos dirigimos. Algunos neveros que se podrían sortear nos facilitan el ascenso y poco a poco nos reagrupamos al pie de las paredes y de la angosta canal por la que hay que dirigirse.
La que es una empinada canal nevada en invierno y primavera con nieve, dejando abajo los esquís, se convierte en verano en un pedrizal de arenas movedizas a nuestros pies, en la que casi nos apalancamos unos a otros pisando “sin pisar” las piedras sueltas que no se sostienen, hasta alcanzar el collado al pie de la rampa final del pico, tan característica, cuyo nevero está mengüado del todo y no hace falta pisarlo, subiendo por trazos de pisada hasta salir airosos a la cresta cimera, que es un gusto recorrer, ya sin piedras móviles, hasta la misma cima, que requiere una colocación peculiar para caber todos en la foto de cumbre.
Al descenso tomaremos la ruta del valle y los lagos de Alba que se gana en sí misma el calificativo de ardua, ya que es una sucesión de bloques interminables, que se encajonan hacia el barranco del Turonet de Alba. Y sólo a ratos cuando nos acercamos al lago inferior de Alba dejan atisbos de senda entre algo de hierba. En este tramo superior del trayecto llama la atención una de las crestas famosas del Pirineo, la de los 15 Gendarmes al Alba, que es una sucesión de agujas interminable, ya que en todas las guías dice que sobrepasan los diecinueve hasta alcanzar por fin la cumbre. Seguimos camino hasta reunirnos en el lago inferior, y lo que en la cumbre fue un rato de viento e incluso fresco, de nuevo dá paso al calor que nos acompañará hasta ir traspasando los escalones que se tallaron por los hielos glaciares, abarrancándose el camino de nuevo cuando ya nos sentimos cerca del final, en un estrecho canalón con destrepes equipados con algunas cadenas para facilitar el paso hasta que por fin los edificios del Balneario de Benasque, los Baños, aparecen al final del camino, después de haberlos visto hacía rato. Allí nos acabamos de reunir para terminar descendiendo hasta el autocar con el apoyo de un amigo del club que traía una furgoneta, mientras se encuentra equipando los sistemas de comunicación que hemos probado durante el trayecto, para la próxima carrera del Gran Trail del Aneto, que llenará de corredores estos parajes, por los que hemos transitado a pie sintiendo toda la dimensión de estos vastos territorios de los tresmiles pirenaicos. Han sido cerca de 1.500 metros de desnivel positivo sin llegar a las diez horas, que en general comentamos que han sabido a más en todos los sentidos.
Huesca 8-07-2019