Pico A Pico – 11 de junio de 2.017
Ascenso al pico de Anie descubriendo sus vertientes.
Lola Mas
Larga circular desde el valle de Lescún por las murallas del Anielarra al pico de Anie.
Una experiencia de esfuerzo, sorpresas y contrastes, la de ascender por un itinerario original a una de las montañas más características del Pirineo occidental, donde la cordillera decrece en altitud, pero no en belleza e interés. Del impresionante Billare que se levanta nada más arrancar de las praderas por un bonito bosque de hayas, transitando por alto valle de Lescún bajo la muralla de Countendé, hasta “descifrar” la incógnita de la jornada, el paso para salvar otra muralla, la que forma el cordal de Castetné-Anielarra, que ocultan el objetivo, el Pico de Anie, que por fin aparece como una mole piramidal sobre las mesetas calcáreas que dominan el paisaje.
Esta cumbre rocosa, de 2.504 metros, no destaca especialmente por la vertiente Este donde se sitúa Lescún en el valle francés de Aspe, su silueta se integra en las murallas de roca que caracterizan el macizo calcáreo. Por el itinerario elegido para ascender por una ruta que parte del lugar de Sanchese, en el circo de Lescún, se tienen que resolver algunas incógnitas que son el aliciente a un recorrido circular que transitará por casi todas las caras de la montaña. Al alcanzar el collado de Anaye habrá que encontrar el paso, el primer aliciente de una calurosa jornada, que depararía al final alguna sorpresa más para resolver la ruta. A esta cumbre se sube por dos vías “normales” y frecuentadas, la que va por el collado de la piedra de San Martín, y la que va por el refugio de Laberouat en el valle bearnés de Lescún, de donde también partimos. El interés por descubrir vías originales y menos transitadas de los inspiradores de la Pico a Pico, y de sus seguidores, nos llevará por un itinerario original, circular, largo, y que ¡cómo no! exigirá un esfuerzo adicional, compensado por el bello paisaje de contrastes del macizo calcáreo.
Al pasar al valle francés de Aspe, cruzando por el puerto de Somport, a no muchos kilómetros de la salida del túnel fronterizo se abre el valle de Lescún al Oeste, y para llegar al punto de partida de Sanchese se sigue una pista dejando el desvío al refugio de Laberouat, y la ruta normal de la vertiente francesa. A 1.090 metros de altitud en unas praderas al pie del Petit Billare, rodeadas de bosque, se estacionan los vehículos. Aún es suave la temperatura de este domingo de Junio, que se prevé muy caluroso también en la vertiente norte del Pirineo, y se agradece que el frondoso bosque de hayas suavice el comienzo del recorrido, en el que el numeroso grupo que nos hemos reunido para la primera actividad pirenaica de la temporada, descubriremos las caras de esta bonita montaña occidental, el pico de Anie, y reconoceremos para futuras ascensiones otras cumbres, tan emblemáticas como la Mesa de los Tres Reyes, o la del Billare, el mismo Petrechema, que veremos, y cerca el Pico de Ansabere, donde están las reconocidas Agujas del mismo nombre.
El bonito bosque por el que vamos ascendiendo, deja paso a unos 1.400 metros de altitud, a un terreno rocoso y quebrado que será la tónica de buena parte del recorrido, que alterna zonas salpicadas de árboles, con mesetas cuarteadas de “pinchosa” roca calcárea y derrubios que se asientan al pie de las canales de las paredes que cierran y enmarcan el escalonado valle. Un descanso a la sombra de alguno de los pinos que aparecen en los arroyos de las “Sources de Marmitou”, lugar donde se puede tomar un desvío a la Mesa de los Tres Reyes, como nos recuerda una de las montañeras habitual en la Pico a Pico. En lo alto, al final del valle, vislumbramos el collado de Anaye, el siguiente hito en el camino, transitando de nuevo por terreno quebrado de rocas secas y afiladas. Al llegar al amplio paso de Anaye al pie de la muralla que forma el Anielarra, vemos que en los postes indicadores de rutas, no figura el Anie, lo que viene a confirmar que vamos por una ruta “original”. En este punto está la incógnita que nuestros amigos que han reconocido la zona pocas semanas antes, nos ponen como acertijo, el paso está entre “cinco pinos” reconocibles en lo que parece una muralla infranqueable. Las referencias de la guía libro que han consultado tampoco son del todo aclaratorias, sí lo es su recorrido previo, aunque lo hicieron con el terreno nevado, neveros que han desaparecido en esta vertiente con las lluvias y el calor. Así que nos ponemos el casco para “descubrir” el paso en la muralla. De pronto, trepando, se descifra la incógnita, una estrecha canal rocosa, oculta en el relieve de la pared. Salvado el paso con precaución por las piedras sueltas de la canal, entre los bloques empotrados, otro escalón en el trayecto y las vistas se amplían, tanto, que a lo lejos nos indica Marcos que se ve el Midi d’Ossau, más cerca al Sur, el pico y la Mesa de los Tres Reyes, cumbre de leyenda histórica de los tres reinos que aquí confluían, donde los reyes sellaron sus pactos en tan “alta mesa”. Se alcanza pronto con esfuerzo pero sin dificultad el paso en el cordal que forma el Anielarra con la muralla de Castetné. En el collado del Anielarra, por fin aparece el pico Anie como la gran mole característica que es vista desde el Noroeste. Al acercarnos al hito del Anielarra se ve el collado de la Piedra de San Martín y el valle de Belagua. Un descanso para afrontar los 300 metros de desnivel que hay hasta la cumbre, sorteando el terreno kárstico que nos separa de la base, para lo que se va buscando el paso entre las múltiples fosas y embudos de este tipo de terreno. Por fin, fotos de cumbre en el Anie, elevado sobre las crestas cimeras de las murallas que hemos venido rodeando.
Desde la cumbre, también observaremos la ruta de descenso rodeando la montaña, esta vez por la cara Norte, para dirigirnos al bosque de la Braça de Azuns. Al pasar por la cara Norte del pico, de grandes paredes asentadas sobre conos de derrubios, permanecen los únicos neveros que pisaremos en esta jornada. Los neveros facilitan el descenso, tramo muy fotogénico de contraste entre las calizas de color gris, los derrubios y la fila de montañeros que seguimos la huella bien marcada, donde no hacen falta crampones. Sabemos que para llegar al punto de partida en Sanchese, no habría que llegar al refugio de Laberouat en cuya ruta estamos encaminados, se trata de encontrar una senda de escaso trazado en los mapas del IGN francés que desciende directamente a la pista por la que accedimos a Sanchese. Nos adentrarnos envueltos en un profundo y oscuro bosque que si no es porque aparecen hitos y que reconocemos como buena la orientación no creeríamos que esto es un camino que conduzca a alguna parte, junto a un arroyo turbulento, metidos en la niebla que se ha instalado al fondo del valle. Los GPS no pierden la señal y el indicador de trayecto confirma también el buen sentido, así que llegamos por fin a la pista pasando el desvío que viene de la vía normal por el refugio de Laberouat. Después de 11 horas, unos 23 kilómetros recorridos y más de 1.700 metros de desnivel acumulado, como nos indica Mariano, con la información recogida de inmediato de su GPS, llegamos al punto de partida de esta intensa y completa ruta circular al Anie, que no tardamos en celebrar al otro lado de la frontera.
Lola Mas
Huesca, 14-06-2017