12 de junio de 2016
Primera pirenaica por los boscosos Valles Occidentales
Un paisaje de playas silenciosas de finas arenas bajo una frondosa vegetación tropical y quizá algún dinosaurio atravesando el territorio jurásico. Es lo que invita a imaginar el geólogo mientras explica en una corta parada el origen de este paisaje calcáreo de grandes bastiones rocosos, paredes que caen cortadas a pico culminadas por suaves lomas verdosas en las vertientes opuestas, con tajos que permiten atravesarlas, no sin esfuerzo, como hacemos en este día, que no ha amanecido soleado, pero que permite ascender a la Sierra de Alanos y atravesarla disfrutando del paisaje actual de esta parte del Pirineo, en los Valles Occidentales.
En esta primera actividad pirenaica, con la expectación de los comienzos de temporada, se han reunido 32 montañeros de Peña Guara, entre los cuales vuelven a acudir amigos que habían dejado temporalmente la actividad por circunstancias o lesiones. Comenzamos la ascensión donde nos deja el autocar en el puente de Tacheras pasado el camping de Zuriza en el valle de Ansó. La cumbre de la jornada es la de Peña Forca, en el macizo de la Sierra de Alanos, situada en un cordal que se une a la característica Sierra, en forma curva recogiendo en su interior un bonito valle verdoso que se extiende al Oeste de la airosa cumbre principal. Se alcanza la cuenca superior ascendiendo por el paso de Tacheras o de Achar de Alano, una canal ancha con forma de “silla” entre los bastiones rocosos de la Sierra que ronda los dos mil metros en todos los picos que forman la muralla, como la punta Tacheras, la Peña de Alano, la Punta del Achar, o la punta del Rincón de Alano, y al atravesar la cuenca tapizada de praderas verdes se sube a la cresta que forman las varias puntas de Peña Forca, que se prolongan en el cordal de Lenito al Sureste, que tendremos la ocasión de traspasar al descenso por ese paso.
Desde ese valle, entre los caminos a elegir, que son varios para ascender a Peña Forca, elegimos el más aéreo, por la cresta que discurre por el Oeste, ya que el paisaje se vislumbra mejor desde arriba. En poco tiempo llegamos a la cresta superando la pendiente de los escasos 300 m. de desnivel desde el fondo de las praderas de montaña que tras el deshielo están pletóricas de verdor. Ni el viento que ha soplado bastante en el paso del collado, se puede decir que sea tan fuerte que no deje transitar bien por este bello paisaje de contrastes con el roquedo calcáreo gris y los tonos ocres de las areniscas de Marboré, que según contó el geólogo también aparecen por esta zona, como podemos distinguir. Las nubes siguen altas y aunque a ratos parecen muy oscuras, también se comportan como han previsto los partes meteorológicos, sin descargar en lluvia ni en tormenta. Incluso aparecen algunos tímidos rayos de sol. Al recorrer la cresta hay que saltar con cuidado algunos escalones, especialmente cuando se traspasa a la vertiente opuesta por un senderillo sobre las paredes Nortes del pico. La cresta cimera se hace entretenida y todos la recorremos bastante ágiles hasta reunirnos en el mojón cimero de Peña Forca de 2.390 metros, metro más metro menos con la siguiente punta, de la que separa un metro de altitud, aunque el vértice geodésico se colocó en la que nos hemos desperdigado a lo largo de la cima alargada. Es el momento de sacar los mapas, los mejor transportados con su bolsa específica doblados por el espacio a recorrer a la vista, ya que el mapa completo al desplegarlo o se vuela o se rompe en días de viento, a fin de reconocer e identificar los valles y cumbres que tenemos a la vista y el itinerario de descenso.
Al Norte Zuriza en el barranco de Petraficha tributario del Veral en la parte alta del valle de Ansó, el más occidental de estos valles. Al traspasar la sierra y descender en travesía iremos a parar al Este por la Selva de Oza al final de etapa en el puente del naciente río Aragón Subordán, que recorre el Valle de Hecho, que se prolonga en la zona de Guarrinza y que recoge las aguas de puertos conocidos como el de Palo o Aguas Tuertas. Reconocemos también cumbres que se han subido en esquí de travesía como las de la Sierra de Quimboa.
Al bosque de la selva de Oza nos dirigimos, y para ello se desciende muy directa la ladera que lleva al collado el de Lenito al sureste de Peña Forca, al descenso más técnico de la jornada porque encierra una canal empinada que por su orientación, en esta temporada de nieves tardías, aún tendrá neveros, por lo que llevamos crampones por si acaso. El paso sólo se vislumbra bien cuando estamos cerca y podemos apreciar la dimensión de los neveros, que en la parte alta de la brecha se han deshelado lo suficiente para permitir el descenso por las pedreras muy sueltas que se extienden a lo largo de la canal, no sabemos si sería más cómodo por nieve, en todo caso hay que tener cuidado de no tirar ninguna piedra a los de abajo, ya que comprobamos que las piedras se ponen en marcha con mucha facilidad. Con tanta atención, el descenso de la canal bastante larga se hace sin darnos cuenta y pronto nos reunimos al pie para la segunda foto de grupo de la jornada, que bien merece una sonrisa de satisfacción.
El descenso continúa adentrándonos en el bosque profundo y denso de la selva de Oza, con centenarias hayas, abetos y pinos de porte altísimo salpicado de otras especies propias del bosque húmedo, que hacen que no se note que al final llevamos 1.400 metros de desnivel en el descenso, compensados por este placer para los sentidos que es recorrer este espacio boscoso que tenemos el privilegio de disfrutar. Así, con estos sonidos y olores del bosque, culmina la travesía en el puente de Oza, donde alternamos de forma más prosaica en la zona de descanso del lugar. Finalizado este bonito itinerario por el Pirineo Occidental, viajaremos al Este para la próxima ruta de alta montaña en el valle de Tena, donde predominará el terreno mineral por nuevas aristas y en el camino de los tresmiles de la temporada.
Lola Mas