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Pico de la Olas (3.022 m), y Baudrimont NE (3.049 m)

Broche de oro en las cumbres de Ordesa

LOLA MAS 

La Punta de las Olas, los dos Baudrimont y el Soum de Ramond en una intensa jornada

Qué mejor que finalizar la temporada de cumbres pirenaicas a lo grande ascendiendo unos cuantos tresmiles en el rey de los valles que es el de Ordesa. Si el rey de las cumbres pirenaicas es el Aneto, el de los valles es sin duda este inmenso valle coronado por cumbres rocosas y tapizado de bosques frondosos que ocupan las laderas de los profundos cortados que le caracterizan en perfectas formas de antigua cuenca glaciar.

El valle es internacionalmente famoso y hace gala de ello acogiendo a cientos de visitantes que quieren asomarse hasta la Cola de Caballo la mayoría y otros tantos ascender al Monte Perdido, la más visitada de todas las cumbres del valle con mucha diferencia, lo que se traduce en que al llegar al puente de los Navarros el paso hasta la pradera esté cerrado porque está todo el aparcamiento ocupado. Se soluciona el acceso al refugio de Góriz, objetivo del sábado, añadiendo el paseo hasta la pradera por la bonita senda de Turieto, alargando el acercamiento en una hora y media.

Para el domingo estaban programados la Punta de las Olas de 3.002 m., la cuarta de las Sorores si fueran cuatro, cumbre rocosa de laderas inmensas tapizadas de cascajo y como segunda el Baudrimont Sureste, un peculiar picacho, no muy alejado de aquélla. Era buena hora de la mañana cuando ya se habían culminado los dos, aunque la distancia a la Punta de las Olas parecía larga por las travesías al pie de las paredes que dividen la ladera. Habíamos partido aún con linternas del refugio de Góriz a las 7 de la mañana el grupo de 17 participantes en esta última pirenaica de la temporada, y con buen sol se prestaba la mañana a asomarse al otro Baudrimont, el Noroeste, que como su hermano, se conocen también como Picos Rabadá y Navarro, tiene unos pasos rocosos que ascender, y que se encuentra separado por un tajo recortado aún ocupado por restos del nevero que se descuelga de la vertiente oriental del Monte Perdido. En poco tiempo hemos descendido, atravesado el nevero y nos prestamos a ascender por la bonita cresta Noroeste del pico, bastante recortada pero no difícil, aunque con toda la atención del mundo porque a ambos lados el cortado no perdonaría un traspiés. Tercera foto de cumbre, algo dispersos en la alargada cresta cimera y de nuevo nos reagrupamos donde habíamos dejado las mochilas para reponer fuerzas y aún dirigirnos a por el cuarto tresmil de la jornada, el Soum de Ramond o Pico de Añisclo de 3.259 metros.

Las nubes que están ascendiendo por los valles, algodonosas y juguetonas, aún permanecen al fondo y nos permiten afrontar el desnivel que nos separa del Soum de Ramond que tenemos enfrente en lo que se intuye una costosa ladera oriental por la que se sube por esta vertiente como vía normal. Efectivamente durante el ascenso se corrobora lo costoso de la empinada y pedregosa ladera, de fino cascajo que dificulta la subida, que afortunadamente no tiene mucho desnivel y en poco más de media hora estamos en la cumbre para la cuarta foto de cumbre de la jornada.

Aún no estamos lejos del mediodía y para el descenso se podría trazar otro itinerario distinto por la vertiente contraria, la occidental, para acortarlo. Así lo iniciamos comprobando rápidamente que no aparece la canal esperada, un segundo intento, ésta vez sí acercándonos a la canal, pero comprobando que está cortada por un empinado nevero de nieve durísima con mala caída que desaconseja totalmente bajar por ahí. De nuevo volvemos a la cumbre iniciando el camino de regreso desandando lo andado por la ladera y regresando por la Punta de las Olas, la forma natural de volver hacia el refugio de Góriz y al valle.

Las nubes han estado amenazando en la segunda parte de la jornada pero todo ha quedado en unos truenos por el Tobacor y el Descargador, y más rápidamente que despacio, dada la distancia que nos separa del valle descendemos por las clavijas de Soaso hacia la Cola de Caballo y recorremos el largo valle en esta intensa jornada que ha sumado 1.700 metros de desnivel positivo, 2.600 negativo y 32 kilómetros recorridos que dejarán huella en las piernas y en la memoria.  Para hacer más llevadero el descenso vamos comentando ésta y otras etapas vividas en la buena compañía de los participantes de esta temporada, que ha contado con nuevos amigos que se han sumado a los que veníamos disfrutando de esta hermosa y dura actividad bien acompañados de quienes lo vienen organizando con buen humor y enorme destreza y capacidad de acomodación al medio, todo lo que celebraremos aún el próximo domingo en el cierre clásico con el Tozal de Guara.

Lola Mas

Huesca, 28-09-2015