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Gran Quayrac (3.060 m)

12 y 13 de septiembre de 2015

GRAN QUAYRAT, La  Montaña De Oô.

Ya es un tópico típico la compulsiva e insistente consulta a todas las páginas web de meteorología durante la semana previa a la salida de Pico a Pico. AEMET, El tiempo.es, Meteo France, La Meteo que viene…. Hasta las más optimistas dan agua abundante para el sábado, y algo menos para el domingo,  así que no nos extrañamos cuando se pone a llover justo en el momento de partir de Huesca camino de Las Granjas de Astau, en el valle de Oô, en la lejana vertiente francés, a al otro lado del valle de Estós.

En un largo viaje de más de cuatro horas para llegamos a este apacible y verde valle francés. Aunque las montañas están cubiertas por un negro manto de nubes que no presagia nada bueno, no llueve, así que aprovechamos esta tregua para ascender lo más rápidamente posible al refugio de Espingo, en las orillas del lago del mismo nombre, unos setecientos metros de desnivel más arriba. Un cartel al comienzo del camino indica que hay dos horas y media, pero apenas tardamos una hora y tres cuartos en recorrer el bonito camino que, entre hayas y abetos, pasando  por el lago y la espectacular cascada de Oô, lleva al refugio. Hemos hecho bien en correr porque al poco rato de llegar al refugio se desata una buena tormenta con vendaval incluido para el que de nada nos hubieran valido todas las protecciones con las que íbamos preparados.

Al anochecer, cuando amaina la tormenta, vemos que una granizada ha dejado nuestra montaña completamente blanca. Afortunadamente no hace mucho frío y es de suponer que para el día siguiente la montaña ya estará en condiciones.

Durante toda la noche podemos escuchar el viento, muy fuerte, que nos hace dudar de que al día siguiente podamos ascender al Quayrat.

Nos levantamos todavía de noche, no llueve aunque todavía hace mucho viento. El granizo ha desaparecido. Mientras desayunamos, va amaneciendo y las montañas siguen cubiertas por un negro manto de nubes que pasan a gran velocidad desde España. El Gran Quayrat, al estar protegido por la barrera formada por el Perdiguero, Portillón, Seil dera Baquo y Gourgs Blancs, está despejado, así que, preparamos todo y nos ponemos en marcha confiando en el pronóstico que no da lluvias hasta la tarde y desoyendo al guarda que asegura que el tiempo va a ser malo.

Hay dos caminos que conducen hasta la brecha entre el Gran Quayrat y el Petit Quayrat, uno que sigue el sendero del refugio del Portillón d’Oô para desviarse después de bordear un pequeño lago y otro que parte del mismo refugio y asciende diagonalmente hacia unos contrafuertes que rodea por la parte de arriba. Nosotros escogemos este último que aunque es un poco más escarpado y difícil de seguir, va más directo hacia la brecha.

En realidad la ascensión es sencilla y sin dificultad si no fuera porque el terreno está mojado y las rocas están resbaladizas por lo que tenemos que poner atención en los tramos rocosos en los que hay que trepar. Y además las fuertes ráfagas de viento no ayudan a mantener el equilibrio y tenemos que usar las manos más de lo normal.

Una canal o chimenea nos permite escalar hasta una cresta por la que enseguida llegamos a una especie de ancha arista. Al otro lado vemos el valle de Lis y el refugio del Maupas que conocemos de otras ocasiones. A pesar de las nubes y del viento, el paisaje es espectacular y disfrutamos de la ascensión.

Hacía once años que habíamos hecho este recorrido en la Pico a Pico, pero nadie de los que estamos hoy, salvo el que subscribe, habían estado en el Gran Quayrat. Es curioso cómo se ha ido renovando la gente después de veinte años de Pico a Pico. Algunos ya han decidido hacer actividades menos exigentes, otros van por su cuenta… otros ni siquiera están ya con nosotros… y otros aquí seguimos con ánimos reforzados mientras el cuerpo aguante.

Las cresta cimera es un poco más complicada de escalar, sobre todo por el viento y el frío, y porque hay alguna mancha de nieve. Pero está perfectamente señalizada por mojones o hitos que nos llevan rodeando la cumbre por el este para acceder a ella más fácilmente por el sur.

La cima es angosta y apenas cabemos todos. Un gran bloque que hay que escalar mediante un paso delicado forma la verdadera cumbre. Nos vamos turnando para escalar el bloque. Las constantes ráfagas de viento dificultan mantenerse en pie y ponemos una cuerda para evitar algún susto.

Entre las nubes podemos disfrutar de la vista del Perdiguero cuya cima no conseguimos ver, tampoco el Seil dera Baquo, que también está un poco oculto. No podemos ver el Posets y tan sólo el Gourgs Blanc, el Jean Arlaud y el Espijoules están despejados. Por cierto, que los glaciares del Seil dera Baquo y del Pico del Portillón de Oô están en las últimas. Esto del Cambio Climático es evidente, y me temo que irreversible, por lo menos en lo que está en manos de los humanos.

Foto de grupo, un pequeño taco para reponer fuerzas, que no hace día para pararse a comer, y para abajo que el tiempo amenaza.

Y al final el pronóstico se cumple. Las nubes se cierran y antes de llegar al refugio pero afortunadamente después de haber pasado las zonas más delicadas, comienzan a caer las primeras gotas y poco a poco el cielo se vuelve más gris y la lluvia más intensa y llegamos al refugio bien mojados. Allí, en el refugio, protegidos de la lluvia, echamos un bocado más en serio y esperamos a que amaine para seguir descendiendo hacia las Granjas.

Al final hasta sale el sol y cuando llegamos al autobús ya estamos prácticamente secos. El altímetro nos marca que hemos ascendido 1.300 metros desde el refugio a la cumbre y que hemos descendido 2.075 metros invirtiendo en total unas nueve horas. Y todavía nos queda un largo viaje de autobús hasta llegar a casa. Pero, como casi siempre, ha valido la pena.

Lorenzo