Larga ruta circular en el macizo de los Eristes.
Lola Mas
El pico Maldito hay que dejarlo para otra ocasión
Con los densos nubarrones que oscurecen las cumbres del valle de Benasque desde la tarde del sábado, el domingo hay que poner en marcha el plan B y lo que parecía que iba a ser un paseo hasta los ibones del valle de Barbarisa, terminó siendo una larga jornada de más de doce horas, de las que dejan huella, en el macizo de los Eristes.
El Maldito, con prestigio de difícil montaña, que le confiere un cierto halo de misterio que genera incertidumbre en torno a su ascenso, lo que nos tenía en ascuas sobre su resolución, no iba a permitir, con cierto aire de orgullo, ser conquistado al primer intento. Su ascenso, salvando distancias, produce inquietud como a los primeros conquistadores de principios del siglo veinte, después de que se había conquistado el Aneto, la cima de la cordillera, y para el que tardarían en encontrar el paso por las imponentes paredes que defienden la cresta cimera más aérea del pico del Medio al Pico Maldito tanto por la vertiente de Coronas como por la del glaciar del Aneto.
Pero los que le iban a sustituir en esta jornada, los Eristes, también tienen su prestigio, y no se iban a dejar alcanzar sin más. De hecho nos rechazarían al primer intento por un empinado corredor tapizado de nieve que más bien era hielo en su base y que no dejaba practicar una profunda huella por la estrecha y larga canal que no se prestaba al más mínimo error y que no parecía lo más indicado para un grupo tan numeroso, así que una vez iniciado hubo que recular para dirigirse a canales más accesibles por la vertiente de Barbarisa.
El punto de partida de la que se tornó en larga jornada era el puerto de Sahún que enlaza el valle de Benasque desde la bonita terraza suspendida de origen glaciar donde se asienta la población de Chía, al pie de la sierra del mismo nombre, con el valle de Gistaín en la otra vertiente por medio de una larga pista que corona el paso en el collado de Sahún a 2000 m.
Desde las cercanías del puerto, donde aparcamos, hay una pista que accede al desagüe del barranco de Surri desde el ibón de Barbarisa, en unos pocos km., donde no podemos aparcar tantos coches, así que desde el puerto atajamos la pista por un sendero en la ladera, descendiendo cerca de 200 m. de desnivel para comenzar el ascenso pasando el puente bajo una de las numerosas cascadas que jalonan el valle por el que se asciende al bonito paraje del ibón en el valle de Barbarisa.
Los nubarrones que se ciernen sobre el macizo de las Maladetas terminan por alcanzar este macizo más meridional que al amanecer parecía despejado y finas gotas de ventisca nos hacen dudar sobre la continuidad de la jornada, con fuerte y frío viento del norte. Pero persistir e “ir un poco más allá para ver”, es una máxima del montañero, lo que hace que a media mañana y situados bajo el corredor del que retrocedimos para dirigirnos a las canales más amplias de acceso por el suroeste, el sol ya asoma y las rachas de viento son más llevaderas.
Superando neveros sin dificultad con una inclinación practicable o trepando por pasos rocosos alcanzamos todo el grupo la cresta cimera junto al Bagueña a más de 2800 m. de altitud. Hay que traspasarla descendiendo un corto e inclinado nevero y recorrer la cuenca nevada superior del valle de Bagueña con sus ibones, que cierra la línea de cumbres por el Este en la vertiente de la Val de Eriste para dirigirnos al objetivo que está a la vista, el Eriste Sur, uno de los tres Eristes.
Quitar crampones para los últimos pasos después de superar un resalte nevado nos llevarán en poco tiempo a la cresta cimera en la que nos reunimos distribuídos por la misma a lo largo en torno al mojón cimero a 3.041 m. para la obligada foto de cima. Algunos se asoman para ver el paso al Eriste Central o Gran Eriste, que no es fácil y tiene un rápel para acceder a la brecha. Son más de las tres de la tarde, las rachas de frío viento no cesan y aunque estamos al sol los negros nubarrones no dejan de acechar en las cercanías comprobando desde arriba que el macizo de las Maladetas y el Maldito sigue envuelto en nubes y sin visibilidad. Sí que se ve, aunque con nubes altas, el macizo del Posets, cercano, al otro lado al suroeste el macizo de Cotiella. Más allá, entre otros, se identifica el Castillo Mayor con sus paredes rocosas.
En el destrepe, primero por nuestros pasos recorriendo la cuenca nevada de vuelta, hay que buscar el paso idóneo para culminar una ruta circular, desde el valle de Bagueña hasta alcanzar el collado de la Ribereta que dará paso al valle de Barbarisa. Unos mojones descendiendo unos metros indican un itinerario que será por fin la mejor opción después de haber intentando atajar por la parte alta, bajo el Bagueña Bajo, sin resultar buen paso, por lo que nos reunimos todos al final en el collado con vista al ibón de Barbarisa y al recorrido circular que estamos completando. Ya superamos las diez horas de jornada y aún queda llegar al lago, descender el valle y culminar por la pista en ascenso el final de la jornada.
De hecho cuando cruzamos el barranco de desague del Barbarisa al regreso, sorteando por rocas su paso sin mojarnos los pies, como sí ocurrió a la subida, el sol de la tarde ya sombrea los relieves, lo que entretiene la vista para el regreso, que por la pista ascendente resulta un poco pesado, mejor por el camino que ataja por la ladera aunque haya que subir, para culminar una larga e inesperada jornada de montaña en el macizo de los Eristes para los más de 30 participantes animados por el atractivo del pico programado y que en el Eriste Sur han hallado también emoción y largo esfuerzo para conseguirlo.
Huesca, 16-06-2014
Lola Mas